jueves, 29 de abril de 2010

Vacio


Atravesando el umbral de la desdicha, me asomo por el marco en busca de alguna luz que permaneciera encendida en mi ausencia. Las paredes se vuelven frias cuando entre ellas no hay ser que habite, ni nadie que pueda hacerlas revivir esperando un saludo al entrar. Oscuro pasaje el que se mantiene inmovil durante el largo dia, nacido de las sombras que caen al atardecer.

El telefono no ha sonado, no hay quien recuerde que todavia hay alguien que permanece alli. Poco a poco se fueron perdiendo en las distancias las olvidadas hojas del otoño, que siempre amenazan con regresar un dia a mi mente y tornarla en caos. Regreso cansado, sin esperanza; sin motivo. Alumbradas las mortecinas cortinas, de penumbra queda rodeada mi habitacion, bañadas de un polvo de seda, las lamparas quedan tapadas con el recubrimiento del tiempo en espera de ser recojido.

Y es que reposar mi cabeza en tan diversos objetos solo me trae el hueco que dejo en mi, la labor de seguir estando ahi hasta que pueda sobrevolar las altas cumbres de la felicidad. Un camino escarpado, que espera a ser recorrido.

Se mantiene firme la presencia de las tinieblas a su paso por el corredor de la calamidad ... mientras se posa en los cuadros la umbria forma de siluetas danzantes. La nebulosidad con la que se proyectan las sombras del espejo me obligan a quedarme en un lugar incierto durante el transcurso de la noche, entre el dudoso presentimiento de visiones de un pasado que luchan por no quedarse atras.

Es entonces cuando escudriño los retales de una memoria perdida, cuando todavia se permitia, con inocencia, disfrutar de las tardes de invierno en compañia. Cuando, sin quererlo, llegue a conocer lo que era la cruzada del amor. Ahora hasta mirarme de frente es horrible. Tortuoso destino es el que me enfrento, pues soledad es lo que produce y nada mas.

Si tan solo pudiera descorrer el velo que empaña la vision de la verdad ...