Siento una presion sobre mi pecho. Las palabras son como estacas clavadas dentro de este agujero en el que se ha convertido mi vida y sin embargo, las lagrimas que derramo son la dulce amargura que recorre mi rostro cuando nadie mira.
Abandonado y desterrado de este mundo, soy despojado de las mentiras que sobre mi circulan. Hoy siento como el aire frio no tiene cabida en mi rostro y queda angustiado ese helado corazon que tanto tiempo hizo sufrir a su portador. Ese odio ahora deambula sonanbulo por las entrañas, y es cuando me veo que por fin he sido echado de otro lugar. Parece que nadie me va a volver a comprender como este gelido papel en el que escribo todos mis recuerdos y pensamientos.
Hace tiempo que cai, que se hicieron oidos sordos, que frustrado vague errante por el vuelo inerte de este mundo. Ahora, ya nada importa, porque los resquicios que quedaron de mi memoria se han vuelto afilados cuchillos que derrocan mi mente.
Ya que solo me he de ver por el infinito, sin padre ni madre ni perra que lo ame, prefiero que de una vez lo que fue extraviado y descuidado con el paso de los años, se muera en el silencio de una existencia pagada de sufrimiento a la que no sabe si darle fin.
Los momentos felices son ahora lejanos; confusos, y los hirientes, los que afloran en mi piel. Tan solo unas marcas de las que ahora se derrama sangre. Toda esperanza se ha ido, y ya solo queda la ruina.
No puedo seguir describiendo...
Tan solo deseo acabar con esto.
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